domingo, 28 de agosto de 2011

Helena



No dejaba de cuantificar el peso de las nubes.
No le saciaba la soledad que padecía por no sentirse sola.
Cargaba sobre los hombros la ausencia de luz,
amarrada en un puerto a la deriva.
A Helena todo le sonaba relativamente normal,
por lo que no espera que su historia nadie escriba,
ni conoce la meta que tiene por lugar.
 Ahora sigue aprendiendo a cuantificar el peso de las nubes,
sin parar de caminar, mientras llueve y tu te cubres.
Helena se abraza aun mas fuerte a su espina de cristal.

 Helena duerme, 
es hora de olvidar el ruido.
Helena sueña, 
el digital marca descansar del ruido.
Helena se arropa, 
las agujas han dejado de señalar el frío.
Mañana sera otro día,
tras el invierno florecen flores en el hastío.