La luz que parpadeaba,
cesó.
Cesó,
el rostro que dudaba,
el gesto que los ojos iluminaba,
cerró.
Cerró
la cortina que le resguardaba,
la tez semidivina y pálida,
lloró.
Lloró,
lo que antes no lloraba,
los restos de la suciedad incrustada,
limpió.
Limpió,
el camino al futuro con el que soñaba.